viernes, 28 de diciembre de 2012

Crónica Navideña


Creo que debe haber tantas formas de pasar la Navidad, como familias existen. Nosotros somos muchos y nos encanta: mis padres, mis hermanos, mis primas, mis sobrinos, los hijos de todos ellos, César, Agus y yo. Mis viejos son los referentes, son el primer escalón de la familia y a ellos y a mis tíos le tenemos que dar las gracias por haber inculcado la sana costumbre de celebrar la Navidad juntos. Cenamos en un lugar hermoso, perfectamente preparado, bajo las estrellas, con una brisa que calma el calor soportado durante el día; solamente alguien que de verdad te quiere te recibe así en su casa. Los niños juegan y los más grandecitos se muestran ansiosos por la llegada de Papá Noel. Charlamos, nos reímos, recordamos otros tiempos. Los primeros sonidos indican que falta poco para la medianoche, hasta que alguien dice: son las doce, son las doce. Nos saludamos, nos damos un abrazo bien sentido, nos deseamos lo mejor, nos damos cuenta de lo mucho que nos queremos. Vienen los fuegos de artificio y justamente ahí, Papá Noel aprovecha para entrar por la chimenea y dejar los regalos. Después todos a correr a ver qué trajo. Caras de asombro, alegría, magia y complicidad de grandes y chicos para conservar la fantasía de la Navidad. La noche sigue… los niños juegan. Mi primo prepara todo para que comience el “show” y así mientras él toca el teclado, el resto intentamos cantar. Nosotros somos una familia básicamente tanguera. Todos le pedimos a mi viejo que recite, y él concede con su cuerpo débil, con su  memoria intacta y actitud bien arrabalera. Nos emocionamos hasta  las lágrimas. Y así sigue la noche, con coros improvisados, canciones por la mitad, “vamos todos”, buenas voces y no tanto. La luna nos acompaña pero poco a poco la noche se va apagando, la Navidad llegó y aún nos espera un día de festejos. Y tu Navidad, ¿cómo fue?. Chin-chin y los mejores deseos para TODOS J