No hay nada más placentero, ni programa mejor que reunirme un sábado a la noche ( o cualquier otro día) con mis amigas de siempre, mis amigas de la infancia. Siento una gran emoción cada vez que estamos juntas, porque hemos podido mantener a lo largo de treinta y pico de años una gran confianza, un gran cariño, un enorme afecto...
A lo largo de la noche recorrimos infinidad de temas, algunos que nos preocupan y otros de pura frivolidad. Pero, como no podía ser de otra manera dentro de los que nos preocupan, surgió mi imposibilidad de ser madre (mientras nuestros maridos hablaban de otra cosa, obvio!). Yo, ya un poca cansada de lo mismo, me limité a escuchar las opiniones de mis amigas y para mi gran sorpresa descubrí posturas muy diferentes de cada una ante mi situación:
M. es mi amiga/hermana, soy madrina de su hijo, hemos vivido juntas, nos adoramos. Ella siente una profunda tristeza porque todo lo que habíamos imaginado para nuestros hijos sólo se concretó en sus hijos, entonces insiste en que tengo que agotar tooooodo para conseguir ser madre y hasta a veces me reprocha que estoy muy relajada...plop!
A. es mi amiga, fue mi compañera de trabajo, es una persona en quien confío plenamente y ella dice que quizás aún no necesite ser madre porque vé que en otros aspectos de mi vida he conseguido mucho, que soy "fértil" en ese sentido y que esta imposibilidad me permitió tener otro proyecto de vida que ellas no pudieron desarrollar porque hace 10 años que están criando niños...plop!
En otro momento quizás sus comentarios me hubiesen molestado, pero hoy sólo me hicieron sentir una infinita emoción porque sólo quienes te quieren de verdad, son capaces de entristecerse y a la vez de sumarse a tu deseo con tanta pasión. Por eso una vez más las elijo como mis amigas del alma, con las mismas ganas que nos unimos allá lejos y hace tiempo en la salita de 5.