Siempre pensé que, a pesar de no lograr ser madre, tenía una vida feliz. Pero este último tiempo me he sentido invadida por momentos tristes, por situaciones difíciles que se han ido sucediendo como en cadena. Creo que los treinta y pico vienen con un montón de conflictos: tus padres se ponen grandes, a tus hermanos les pasan cosas serias, te preocupas mucho por tus sobrinos ( porque no tenés hijos y ellos se vuelven el centro), el trabajo te agobia, Etc. Al menos a mi me pasa todo eso y paralelamente trato de que no se apague la ilusión de tener un hijo en una lucha cuerpo a cuerpo con el destino.
Hace un año nos vimos impactados por algo que no tiene explicación. Esto marcó un antes y un después en toda nuestra familia. Gracias a Dios seguimos pensando que la vida es maravillosa y que se puede y debe recuperar la alegría y es lo que día a día tratamos de transmitir en cada gesto, en cada palabra, en cada silencio.
Bueno...como ya sabemos la tristeza también se comparte.